Llega a nuestras carteleras un cóctel que dificilmente podría
dejar pasar. Emilio Martínez-Lázaro, Borja Cobeaga y Dani Rovira en
una cinta que pretende adscribirse a la senda de lo que podríamos
llamar “la nueva comedia española” (aunque si somos sinceros
poco tiene de nueva). ¿Resulta suficiente la unión del talento de
estos profesionales para sacar adelante un producto digno y a la
altura de la locura que quieren transmitir?.
Me preguntaban hace poco por ese concepto cinematográfico tan
poco esclarecedor como el de los “placeres culpables”. En teoría
habla de malos productos que uno disfruta (de ahí el remordimiento y
la vergüenza de hacerlo público). Como ya he afirmado en otras
ocasiones no es un concepto que defienda especialmente pues si
disfruto de algo, algo bueno tendrá, caramba, por lo que la
vergüenza o la culpabilidad resultan inconsecuentes. Tranquilos,
este sigue siendo un blog de críticas (reseñas, opiniones, como
prefiráis) pero no se me ocurre mejor manera para empezar la reseña
de esta película que me ha divertido y decepcionado a partes
iguales.
Y es que Ocho Apellidos Vascos pretende ser una comedia romántica
alocada en la que un caricaturesco sevillano queda prendado de una
muchacha vasca de mal carácter y por la que no dudará en cruzar el
país para conquistarla. Una mera excusa para llevar a cabo una
sátira con la que reírse de clichés, estereotipos y prejuicios
arraigados desde hace años. Desgraciadamente la fórmula solo
funciona a medias. Mientras que los diálogos de Cobeaga en boca de
Rovira son ágiles y divertidísimos, con momentos realmente
delirantes resueltos gracias al carisma del actor y otras secuencias
memorables a cargo de una entonadísima Carmen Machi el resto de la
película resulta un producto desganado y de pobre factura técnica.
No os equivoquéis. Me he reído en el cine mucho, los actores lo dan
todo y sacan oro de las mejores escenas. Sin embargo la película
apenas puede recibir con honor esta denominación. Desde el
principio, con unos planos aéreos y unas panorámicas que más
parecen pruebas de cámara somos testigos de que algo no ha ido bien
durante el rodaje.
La cinta cotinuamente nos hará pensar en una colección de
sketches de mayor o menor gracia a la que le cuesta horrores hilvanar
una escena con otra de forma medianamente coherente. Y si la historia
no consigue sostener el producto, el director no va a hacer nada por
impedirlo. Sorprende ver la cantidad de fallos de continuidad,
composiciones mediocres y escenas apenas esbozadas que parecen
resueltas con la primera toma que grabaron, fuera buena o no. La
falta de fuerza y garra de la mayoría de secuencias de la película
es alarmante, carente de toda inspiración. La historia hace aguas
por todas partes impidiendo que en ningún momento te puedas creer la supuesta trama romántica (ridícula, mal planteada y peor desarrollada) y muchos chistes, aun resultando finalmente
graciosos, están introducidos en la película con calzador
(lamentable el ejemplo del gag donde el protagonista debe hablar en
euskera, no por el gag sino por la nula habilidad del guionista y el
director para hacerlo surgir de forma natural).
Ocho Apellidos Vascos es una película mala, sin excusas. Pobre historia, nefasta dirección, montaje chapucero.
Sorprendente si tenemos en cuenta las impecables producciones a las
que nos están acostumbrando ultimamente. Pero te ríes, que no es
poco. Porque la película no quiere ofender ni sentar cátedra sino
sacarte las carcajadas. Y de eso Dani Rovira sabe un rato. Lástima
que su debut cinematográfico se produzca en una obra de tan poca
enjundia. Ocho Apellidos Vascos es algo a lo que el malagueño nos
tiene acostumbrados, un magnífico monólogo cómico. Lamentablemente
estirado al máximo para convertirlo en un largo. Al final ni vascos ni andaluces, el único ofendido por la película es el arte cinematográfico.
Nota Esquizofrénica: Risas: 7,5
sobre 10
Película: 4 sobre 10
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