Ha
tenido que ser a última hora, de refilón y casi sin esperanzas cuando por fin
he podido encontrar un hueco para ir a ver lo nuevo de Alfonso Cuarón, una
cinta que tenía marcada en rojo en mi agenda pero con la que he jugado al
desencuentro. Hasta hoy, bendito día.
Al
igual que hacen los guionistas de la cinta entremos sin mucho prolegómeno en la
reseña de esta obra. Es Gravity seguramente una de las películas más
importantes no solo de este año sino de la última década. Un Cuarón en estado
de gracia abre nuevas vías a la narrativa cinematográfica, al uso del 3D, a la
ciencia ficción y a todo cuando alcanza su visión. Y es que Gravity, la
sencilla pero espeluznante historia de una astronauta a la deriva en el
espacio, se convierte en algo más que una película, se convierte en una
experiencia que te corta la respiración, que te emociona, que te obliga a abrir
los ojos como platos ante la magnificencia de las imágenes que el mexicano
compone en pantalla. Su virtuosismo y su
ojo artístico sumergen al espectador en una de las atmosferas fílmicas más envolventes
de la historia del séptimo arte.
Construida
sobre la férrea actuación de una improbable Sandra Bullock y el carisma
arrollador del personaje de George Clooney, Cuarón deja volar su imaginación y
se rodea del mejor equipo técnico para demostrar que el negocio de lo
tridimensional tiene futuro y, lo que es más importante, tiene una razón de
ser. Y eso que servidor de ustedes es un feroz enemigo del suplemento, las
gafitas y la chiripitiflaútica conversión. Pero este director convierte el agua
en vino y el ardid publicitario en puro arte y razón de ser. Nunca jamás la
imagen tridimensional alcanzó el estatus de arte hasta que Gravity llegó,
haciendo inconcebible disfrutar de la misma película sin las gafas de marras y la sensación penetrante de estar formando parte de la acción, sufriendo con su protagonsita, asfixiándote, perdiendo el horizonte y esquivando la metralla interestelar. Pero
no es 3D todo lo que reluce. Unos efectos especiales apabullantes que recrean
el agobiante espacio exterior tan solo sirven de marco para un montaje atrevido
y una planificación de planos arriesgada y valiente convirtiendo cada secuencia
de la película no solo en un tour de forcé narrativo que te atrapa y te sacude
sino también en una belleza plástica que te embelesa y fascina incluso en sus
más desgarradores e inquietantes momentos. Podemos afirmar sin duda que hay más
cine encerrado en una sola secuencia de Gravity que en la mayoría de las cintas
que llegan a estrenarse cada año.
Es Gravity,
sin más, uno de los títulos más potentes de 2013, un hito en el cine de ciencia
ficción, una revolución técnica, un ejercicio de estilo abrumador pero, por
encima de todo, la confirmación del talento, el virtuosismo y el futuro que
atesora Alfonso Cuarón.
Ganazas de verla , aunque va a tener que ser en 2d y en dvd o bd , aquí en Madrid no duro demasiado en cartelera que digamos
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