En un mundo abocado al remake, la
reimaginación, la secuela, la recuela, el reboot y la madre del carnero que los
trajo a todos nunca han de faltar las obras que se tomen a chufla todo este
sistema. Y es que mientras que muchos directores ven en los cuentos clásicos
una vía para dar salida a sus angustias creativas buscando rediseñar el cuento
gótico (Blancanieves y la leyenda del cazador), adaptarlo a los tenebrosos
tiempos de la generación Crepúsculo (la horrorosa Caperucita Roja) o
convertirlo en una montaña rusa digital de sospechosa diversión (Alicia en el
país de las maravillas 2: Ahora es algo personal, Tim Burton) el bueno de Tommy
Wirkola (Dead Snow) se permite mofarse de todo y de todos y entrega una parodia
de cuento de hadas, una película vacía, previsible, tópica y rutinaria que,
misteriosamente, funciona a las mil maravillas.
Hansel y Gretel, Cazadores de Brujas es diversión, escapismo y serie B
que difumina la línea entre el cliché y la parodia del cliché. Todos conocemos
el cuento de Hansel y Gretel y el director no gasta más tiempo del
necesario para re-imaginarlo (qué
palabro, oiga). Con un prólogo sencillo, atmosférico y a base de elipsis somos
testigos de la tremebunda historia que vivieron aquellos dos niños abandonados
en el bosque. Después unos títulos de crédito de los que Guillermo del Toro
estaría orgulloso y a partir de ahí el delirio, la machada y el anacronismo
humorístico como bandera.
Y es que la película apenas tiene algún
minuto de concesión al cine más tradicional, es poco menos que la película que
Homer Simpson podría estar viendo en su cine más cercano protagonizada por
Rainier Wolfcastle. O dicho de otro modo, la película que convierte al Van
Helsing de Stephen Sommers en cine clásico de aventuras. ¿Cómo lo
consigue? Pues tres son los pilares
básicos de esta excentricidad, el primero es el anacronismo constante como
elemento humorístico (el gag inicial sobre
los grabados de los niños en las botellas de leche es toda una declaración de
intenciones y muy propio de Will Ferrel y Adam Mackay, productores de la película) que nos llevará a delirantes situaciones con armas eléctricas,
ametralladoras y bombas de gran calibre en mitad de una aldea rural del siglo
XVII. El segundo de los elementos es la presentaciones de caricaturas (más que
personajes) a cual más chulo, con la boca más sucia y con la frase más
ingeniosa durante toda la película; y es
que Hansel y Gretel como personajes son poco menos que poses cool armados de one liners ¿Unos John
McClane de marca blanca? Sí, pero si entras en el juego son ciertamente
efectivos y es que tanto los tipos buenos encabezados por Jeremy Renner y Gemma Arterton como los villanos de la función, nada menos que Peter Stormare y una inspiradísima Famke Janssen, insuflan chulería y carisma suficiente a sus líneas para mantenernos entretenidos (e incluso soltar alguna carcajada) durante todo el metraje.
Y el tercer pilar, y lo dejo para el final
por ser el más sorprendente (aun viniendo del director que es) un amor
exacerbado por lo gore y lo grotesco. Abundan en la película las
decapitaciones, desmembramientos,
cuerpos que revientan, cabezas que explotan y todo ello en primerísimo
plano (más aún incluso para los que seáis amantes del 3D). El director no se
guarda ningún detalle escabroso para una sugestión fuera de cámara o una
mención en un diálogo. La película se convierte en un pim-pam-pum directo de
muerte, sangre y chistes malos al compás de una banda sonora supervisada por Hans Zimmer
¿Os va a gustar? Pues no voy a ser yo el que la recomiende a ciegas. Es una película que dependerá mucho del estado de ánimo con el que la abordéis y las ganas que tengáis o no de entrar en el juego que propone. Si como yo sois de los que de vez en cuando disfrutáis con divertimentos sin más complicación que buscar la sonrisa complice y maravillarnos con alguna muerte especialmente sangrienta (y divertida) durante poco más de 80 minutos, esta es vuestra película, podriamos casi resumirla como un El Sicario de Dios plagada de humor. Algunas películas son solomillos y otras whopper, dicen algunos. Esta no es ninguna de las dos cosas. Tan solo llega a chuchería. Insana, perjudicial, no alimenta, no sustituye ninguna comida, no está bien vista. Pero demonios ¿quién no disfruta unas cuantas de vez en cuando?
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