CRITICA: IRON MAN 3

Tras el apabullante éxito de Los Vengadores Marvel Studios da el pistoletazo de salida a la así llamada Fase 2 de su universo cinematográfico y, como no podía ser de otra manera, lo hace tirando de su franquicia estrella, Iron Man, el personaje que dio comienzo a esta aventura de proporciones colosales. Pero ¿es Iron Man 3 la película que los fans esperaban? La respuesta puede que la tuviera el comisario Gordon en El Caballero Oscuro “Es la película que los fans se merecen pero no la que necesitan” Porque aun cosechando unas reseñas excepcionales de la crítica internacional está claro que los aficionados a los cómics del vengador dorado encontrarán muchos peros en este giro de tuerca que ha buscado Marvel para la tercera entrega. 

La historia sitúa a Tony Stark tras los acontecimientos que presenciamos en Los Vengadores y nos presenta a un Stark sumido en un profundo estrés post-traumático que no le permite continuar con su vida. Se enfrentó a monstruos, extraterrestres y dioses y su vida cambió para siempre. Ahora es incapaz de conciliar el sueño y dedica todas las horas del día a trabajar en nuevas armaduras, obsesivamente, buscando la protección que estas le brindan, buscando al Hombre de Hierro entre la chatarra de su taller. Todo eso cambiará con la entrada en escena de El Mandarín, un temible terrorista que pondrá en jaque al país y que destruirá la vida que Tony ha conocido hasta entonces.

Es ahí, con una excelente y apabullante escena de acción donde Stark lo perderá todo, su mansión quedará destruida, sus armaduras serán tan solo recuerdos del pasado y el desventurado protagonista se encontrará arrojado a la nada armado solo con su brillante cerebro y un armatoste metálico destrozado. Shane Black, el director que nos devolviera al Downey  Jr. más carismático con su brillante Kiss Kiss Bang Bang, convierte a Tony en el centro de la película, una cinta de búsqueda de la identidad, una historia sobre el renacimiento, una historia de Iron Man sin Iron Man. Porque Iron Man 3 es la fiesta de Tony Stark, es el espectáculo de un Robert Downey Jr. que se come la pantalla y devora a dentelladas cada fotograma de la película. Su carisma, su ingenio y los brillantes diálogos de Black – 100% marca de la casa – nos harán disfrutar durante dos horas de la mejor actuación de Downey que se recuerda pero también de una de las películas superheróicas más divertidas y átipicas que se recuerdan.

Y es aquí donde vienen los mayores pegas que le podrán encontrar los acérrimos seguidores del personaje, pues Black convierte este capítulo en una de sus clásicas buddy movies, bordeando continuamente con la comedia y recordándonos que esto es Marvel y aun las mayores y más profundas heridas se resolverán con una sonrisa en los labios. Más aun, el director y guionista se atreve con ciertos giros de guión realmente sorpresivos que unos disfrutaran mientras que no hará sino encender la ira de otros. Porque está claro que Iron Man nunca fue una franquicia muy apegada a la fuente original y está nueva entrega no hace sino confirmar lo que sospechábamos, que aquel que desee ver al Tony Stark de los comics tendrá que seguir acudiendo regularmente a su serie mensual. Este es el Tony Stark de Downey Jr. y en esta ocasión más que nunca. 

Pero dejando de lado las bondades o defectos que le puedan encontrar los fans, es bien cierto que la cinta resulta una obra redonda, un valiente paso adelante de Marvel que renuncia a perpetuar eternamente el clásico esquema del cine de superhéroes y marca otro camino a seguir. Y tranquilos, no lo hace a costa del espectáculo. Aun cuando hablemos de la resolución de conflictos interiores y aun cuando sepamos que la trama principal gira en torno a lo que podríamos definir casi como un “thriller empresarial” Iron Man 3 nos entrega todo esto a base de diversión y de algunas de las secuencias de acción más espectaculares de todo el cine Marvel (con permiso, claro está, de Los Vengadores). Cada dólar del presupuesto se convierte en pantalla en un espectáculo de explosiones, persecuciones, combates y tiroteos convirtiéndola posiblemente en la entrega con más acción de la saga y, aunque cueste creerlo tras mis palabras anteriores, la película en la que más podremos disfrutar de las armaduras en combate llegando a un clímax épico que deja en pañales los fríos y mediocres enfrentamientos finales de las dos entregas anteriores. Y está película es la que goza de un enfrentamiento final de mayor envergadura por una sencilla y aplastante realidad, que el villano de esta tercera película es posiblemente el que mayor peso y mejor historia ha conseguido en la saga. Los anteriores villanos a los que tuvo que hacer frente no eran más que pálidos rivales para el poder de Iron Man. En esta ocasión la amenaza es más real  y cruenta, lo cual no está reñido con ser los enemigos más fántasticos y comiqueros que hemos visto en pantalla. Grande, mucho, el trabajo de Guy Pearce y, sobre todo, de Ben Kingsley que consiguen entregar unas dignísimas interpretaciones.

Con una banda sonora épica (que desgraciadamente deja de lado los acostumbrados acordes de AC/DC), unos efectos especiales de primer nivel, unas interpretaciones inapelables, unos divertidos diálogos  y una historia con más alma de lo que cabría esperar, Iron Man 3 resulta no solo una gran película sino un capitulo clave en la franquicia. Black renuncia a convertir su debut en Marvel en un fan service que se contente con un remedo de películas anteriores. Es original, fresca, espectacular y endiabladamente divertida. Es un paso en firme de Marvel en la nueva dirección que toma su universo, es el final de una etapa pero a la vez el comienzo de un nuevo y brillante mañana para el Universo Marvel.