25 marzo 2013

HANSEL Y GRETEL: LA PAMPLINA HECHA ARTE




 
     En un mundo abocado al remake, la reimaginación, la secuela, la recuela, el reboot y la madre del carnero que los trajo a todos nunca han de faltar las obras que se tomen a chufla todo este sistema. Y es que mientras que muchos directores ven en los cuentos clásicos una vía para dar salida a sus angustias creativas buscando rediseñar el cuento gótico (Blancanieves y la leyenda del cazador), adaptarlo a los tenebrosos tiempos de la generación Crepúsculo (la horrorosa Caperucita Roja) o convertirlo en una montaña rusa digital de sospechosa diversión (Alicia en el país de las maravillas 2: Ahora es algo personal, Tim Burton) el bueno de Tommy Wirkola (Dead Snow) se permite mofarse de todo y de todos y entrega una parodia de cuento de hadas, una película vacía, previsible, tópica y rutinaria que, misteriosamente, funciona a las mil maravillas.  


     Hansel y Gretel, Cazadores de Brujas es diversión, escapismo y serie B que difumina la línea entre el cliché y la parodia del cliché. Todos conocemos el cuento de Hansel y Gretel y el director no gasta más tiempo del necesario  para re-imaginarlo (qué palabro, oiga). Con un prólogo sencillo, atmosférico y a base de elipsis somos testigos de la tremebunda historia que vivieron aquellos dos niños abandonados en el bosque. Después unos títulos de crédito de los que Guillermo del Toro estaría orgulloso y a partir de ahí el delirio, la machada y el anacronismo humorístico como bandera. 

     Y es que la película apenas tiene algún minuto de concesión al cine más tradicional, es poco menos que la película que Homer Simpson podría estar viendo en su cine más cercano protagonizada por Rainier Wolfcastle. O dicho de otro modo, la película que convierte al Van Helsing de Stephen Sommers en cine clásico de aventuras. ¿Cómo lo consigue?  Pues tres son los pilares básicos de esta excentricidad, el primero es el anacronismo constante como elemento humorístico (el  gag inicial sobre los grabados de los niños en las botellas de leche es toda una declaración de intenciones y muy propio de Will Ferrel y Adam Mackay, productores de la película) que nos llevará a delirantes situaciones con armas eléctricas, ametralladoras y bombas de gran calibre en mitad de una aldea rural del siglo XVII. El segundo de los elementos es la presentaciones de caricaturas (más que personajes) a cual más chulo, con la boca más sucia y con la frase más ingeniosa  durante toda la película; y es que Hansel y Gretel como personajes son poco menos que poses cool armados de one liners ¿Unos John McClane de marca blanca? Sí, pero si entras en el juego son ciertamente efectivos y es que tanto los tipos buenos encabezados por Jeremy Renner y Gemma Arterton como los villanos de la función, nada menos que Peter Stormare y una inspiradísima Famke Janssen, insuflan chulería y carisma suficiente a sus líneas para mantenernos entretenidos (e incluso soltar alguna carcajada) durante todo el metraje.

     Y el tercer pilar, y lo dejo para el final por ser el más sorprendente (aun viniendo del director que es) un amor exacerbado por lo gore y lo grotesco. Abundan en la película las decapitaciones, desmembramientos,  cuerpos que revientan, cabezas que explotan y todo ello en primerísimo plano (más aún incluso para los que seáis amantes del 3D). El director no se guarda ningún detalle escabroso para una sugestión fuera de cámara o una mención en un diálogo. La película se convierte en un pim-pam-pum directo de muerte, sangre y chistes malos al compás de una banda sonora supervisada por Hans Zimmer

     ¿Os va a gustar? Pues no voy a ser yo el que la recomiende a ciegas. Es una película que dependerá mucho del estado de ánimo con el que la abordéis y las ganas que tengáis o no de entrar en el juego que propone. Si como yo sois de los que de vez en cuando disfrutáis con divertimentos sin más complicación que buscar la sonrisa complice y maravillarnos con alguna muerte especialmente sangrienta (y divertida) durante poco más de 80 minutos, esta es vuestra película, podriamos casi resumirla como un El Sicario de Dios plagada de humor. Algunas películas son solomillos y otras whopper, dicen algunos. Esta no es ninguna de las dos cosas. Tan solo llega a chuchería. Insana, perjudicial, no alimenta, no sustituye ninguna comida, no está bien vista. Pero demonios ¿quién no disfruta unas cuantas de vez en cuando?

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